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    Los Pueblos más Jóvenes             de Salamanca          "Pueblos de Colonización"
 

     Los pueblos más jóvenes de Salamanca

Tienen entre 71 y 57 años y son 15 localidades creadas por el Instituto Nacional de Colonización. Todos ellos siguen habitados en la actualidad
 LAGACETADESALAMANCA.ES
31 AGO 2020 / 11:21 H.


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Con una casa, una parcela y dos vacas para la labor. Así iniciaron su vida más de 60.000 colonos en España a finales de los años 40 y 60 con los nuevos municipios creados por el Instituto Nacional de Colonización durante el régimen de Franco. Este movimiento de población está contemplado como uno de los mayores que se produjeron en el siglo XX en nuestro país. De los cerca de 300 municipios que nacieron en todo el territorio español a lo largo de 27 provincias para albergar a decenas de miles de familias, en Castilla y León se levantaron 21.


Son núcleos nuevos de población de los que 15 correspondieron a Salamanca en las zonas de Ciudad Rodrigo -por la presencia del río Águeda- y el entorno del río Tormes en la comarca de Alba. Los pueblos de colonización en Salamanca fueron: Agueda del Caudillo (1949); Arrabal de San Sebastián (1953); Ivanrey (1954); Sanjuanejo (1955); Conejera (1956); Santa Inés (1956); Fresno-Alhándiga (1958); Castillejo (1959); Torrejón de Alba (1960); Carrascalejo de Huebra (1960); Cilloruelo (1961); Nuevo Amatos (1962); Nuevo Francos (1963); Nuevo Naharros (1964) y Santa Teresa (1956). 

Motores de trabajo

Son los pueblos más 'jóvenes' de Salamanca puesto que fueron creados de manera artificial y pensados para ser un motor de trabajo en zonas de regadío. A día de hoy todos ellos siguen adelante, con mayo o menor éxito, pero ninguno ha desaparecido.

La idea con la que se trabajaba hace más de medio siglo para crear estos nuevos pueblos era dotar a los colonos que llegaban a vivir a estas localidades con una casa relativamente cómoda para la época, aunque algunos tuvieron que pasar varios años en los llamados "barracones", donde las condiciones de vida eran bastante duras, porque los municipios todavía estaban en construcción.

En total, la potencia de la tarea constructora permitió levantar en Castilla y León más de 1.200 viviendas en las que los nuevos pobladores -que llegaban de zonas cercanas menos favorecidas en algunos casos y en otros de puntos tan lejanos como Galicia- se encontraban con la casa de dos plantas y tres dormitorios además de cocina, cuarto de baño (algo muy poco habitual en aquel momento), salón y dependencias para los animales.

Las casas

Las viviendas eran de nueva construcción y de media tenían 95 metros cuadrados a los que se añadían entre 450 y 600 de corrales. El diseño con el que se concibieron estos pueblos y las construcciones hoy en día se valoran como un "banco de pruebas", para la arquitectura española del momento.

Las familias de los colonos que fueron llegando a estas casas tenían ante ellos un reto, tal como recuerdan desde Águeda, que va camino de su 70 aniversario y que en en estos años ha perdido el apellido "del Caudillo". Según relatan los vecinos el 9 de mayo de 1954 cada una de las 64 familias que llegaron a la localidad recibieron el título de propiedad de una casa con corral y cabañales, además de una parcela de unas cuatro hectáreas de regadío. Todo esto tenía un coste de 123.000 pesetas y para poder pagar esta cantidad el contrato que firmaba en aquel momento cada uno de los colonos recogía que durante los primeros veinte años no se abonaba nada y a partir del año 21 se pagarían al Instituto Nacional de Colonización unas cuotas anuales de entre 1.200 y 1.400 pesetas hasta completar los pagos.

No menos curioso era el sistema común elegido para que los colonos 'pagasen' la pareja de vacas que recibieron para llevar a cabo las labores del campo, y es que esos dos animales se pagaban entregando a Colonización las dos primeras crías hembras que parieran. Como curiosidad les entregaron los aperos de labranza y cada año les proporcionaban simiente de patata, maíz, alfalfa, o lo que sembrase cada colono. Además el pueblo disponía gratis de un toro para cubrir las vacas.

En la localidad de Nuevo Naharros fueron 45 los "colonos" que llegaron para dar vida al pueblo y en la actualidad el éxito de esta localidad lo atestigua los cerca de 600 vecinos que tiene, la mayoría descendientes de esas primeras 45 familias, y el desarrollo urbanístico actual que se ha producido en el municipio.


El legado

En la actualidad, existen iniciativas que intentan poner en valor su legado arquitectónico y urbanístico. Una muestra de este interés es, por ejemplo, el trabajo que se lleva a cabo desde 2013 en Nuevo Francos. El Ayuntamiento trabaja desde hace varios años con un proyecto para que las antiguas escuelas se transformen en el Centro de Interpretación de los Pueblos de Colonización de Castilla y León. Un espacio que se sumaría a los que ya existen en Aragón y Extremadura.

La nueva infraestructura no requerirá de una gran obra. La idea es que sirva como sede general donde recoger toda la documentación de los Pueblos de Colonización de Castilla y León creando un archivo que ahora no existe. También quieren habilitar una zona de uso común para albergar actividades de cultura y un aula de usos múltiples.

Como centro de trabajo para las 21 localidades de colonización castellanas y leonesas que existen también se ha previsto que se desarrolle un importante trabajo de alianzas entre estos municipios para potenciar sus atractivos. No en vano, los pueblos de colonización cuentan con curiosidades, desde la historia de las familias de los primeros colones, hasta su diseño e incluso los importantes arquitectos que trabajaron en ellos, como fueron Alejandro de la Sota, José Luis Fernández del Amo y Fernando de Terán.


El testimonio

Si colonizar es "fijar en un terreno la morada de sus cultivadores", en algunas de las nuevas localidades creadas hace unas décadas el proyecto se ha consolidado y hasta tres generaciones de una familia de aquellos "colonos" viven en ella, como es el caso de la localidad de Torrejón de Alba y la familia Trigueros. A sus 47 años Jesús es nieto de colonos y de las historias que le han contado recuerda sobre todo los barracones que "eran como unas casas prefabricadas y de mala calidad para que vivieran mientras se acababa de hacer el pueblo". A día de hoy Jesús es el mayor propietario de Torrejón ya que ha ido comprando parcelas pero recuerda con claridad el lote que le cedieron a sus abuelos: "Le dieron una casa, una parcela de regadío de unas 4 hectáreas y una treintava parte de un lote comunal de una finca y una alameda compartida con el resto de colonos".

En los 15 pueblos todavía quedan algunos de sus moradores originales como Jacinto Vicente, que con 87 años sigue formando parte, junto a su mujer, de la población de Nuevo Naharros a donde llegaron desde Pelabravo y Tejeda y Segoyuela. "El 90 por ciento de lo que nos dijeron nos lo dieron y aunque en aquella época las casas eran de adobe, las nuestras eran de ladrillo".

Tanto Jacinto como Jesús siguen formando parte de estos "pueblos de Franco" que en el caso de Salamanca han conseguido vencer al olvido y mantenerse habitados y en pie.


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